No más cavar: una planta hermosa y eficaz que elimina con éxito todas las malas hierbas del jardín y llena el suelo desnudo con flores impresionantes.

En la interminable batalla contra las malas hierbas en el jardín, a veces la solución puede estar justo frente a nuestros ojos, aunque pasemos por alto su potencial. La espiga (Veronica spicata) es una de esas plantas que, a simple vista, podría parecer insignificante, pero que ofrece una ayuda invaluable en el control de las malas hierbas, además de añadir un toque decorativo encantador a cualquier espacio verde. 

Cómo Comenzar a Sembrar: La espiga es una planta poco exigente que puede sembrarse en cualquier época del año, excepto cuando el suelo está helado. En invierno, las semillas se esparcen directamente en el suelo preparado, mientras que en primavera es crucial mantener una distancia adecuada entre las plantas jóvenes. Para un cultivo más controlado, se pueden sembrar las semillas en macetas durante febrero y marzo, trasplantándolas al exterior en abril una vez que hayan desarrollado algunas hojas verdaderas. 

Propagación Iniciada por Esquejes: Una forma eficaz de propagar la espiga es mediante esquejes, que se toman en junio-julio y se plantan en tierra ligera y transpirable. Mantener los esquejes en un lugar sombreado y húmedo facilitará el enraizamiento, que suele ocurrir en aproximadamente un mes y medio. 

Con qué Sembrar Empezó: Para utilizar la espiga como un escudo contra las malas hierbas, puede cultivarse de manera separada, cubriendo todo el lecho y evitando el crecimiento de maleza. Sin embargo, también puede combinarse con una variedad de especies ornamentales para embellecer el jardín. Entre las compañeras ideales se encuentran la dedalera, rosas, caléndulas y muchas otras que agregan color y textura al paisaje. 

Mayor Cuidado de los Quebrados: El cuidado de la espiga es mínimamente exigente. Durante el verano, es suficiente con retirar las inflorescencias gastadas y regar ocasionalmente. En otoño, soporta las heladas sin necesidad de protección adicional, aunque es importante vigilar la sequedad del suelo en inviernos secos y regar los brotes durante días sin heladas. 

Conclusión: La espiga no solo es una aliada en la lucha contra las malas hierbas, sino también una adición estética valiosa para cualquier jardín. Su fácil cultivo y mantenimiento la convierten en una opción atractiva para aquellos que desean un jardín más hermoso y libre de malezas. 

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